domingo, 31 de marzo de 2013

You and I: Faith

Siempre he pensado que soy una chica ejemplar. He hecho todo lo que se esperaba que hiciera, en el orden y del modo en el que debía hacerlo y nunca he decepcionado las expectativas que mis padres han puesto en mí.
Nací en Boston y crecí en el seno de una buena familia. No éramos muy ricos, pero no vivíamos mal. Siempre me sorprendió lo mucho que mis padres parecían quererse a pesar de los años que pasaban juntos, pero según fui creciendo empecé a preguntarme si esa actitud no era más que una pose, una cara bonita que enseñar al mundo. Ellos llevan juntos desde el instituto. No fue la típica historia de jefa de animadoras y quarterback, pero se enamoraron y al salir se casaron y me tuvieron a mí. No hubo grandes dramas en su amor, ni grandes pasiones, ni...realmente nada más que una gran tranquilidad, al menos que ellos me hayan contado.

Nunca llegué a conocer a mis abuelos. Ni por parte de padre ni de madre. Ambos me dijeron que habían muerto, pero a veces me sorprendo pensando que me mienten porque es poco probable que los padres de ambos murieran antes de que ellos salieran del instituto y justo entonces decidieran tenerme a mí. A pesar de todo, esos momentos en los que me planteo que mis padres me mienten son muy escasos. Ellos no tienen porque mentirme y, además, cosas más raras se han visto, ¿no?
No sé si debido a lo pronto que murieron mis abuelos, pero mis padres decidieron abrazar, casi estrangular, la doctrina católica cristiana. Mucha gente los consideraría radicales y otra mucha podría llegar a pensar que en algún momento liderarían movimientos religiosos. Cuando era pequeña yo creía en ellos y en Dios a pies juntillas y no se me ocurría negar nada de lo que mis padres dijeran porque ellos solo defendían las palabras de Dios, y era así como debían ser las cosas. Cuando crecí lo suficiente para formarme mi propia opinión, descubrí que estaba más de acuerdo con los que consideraban a mis progenitores radicales, que con los que no. Pero tras una única charla con ellos, también me di cuenta de que lo más sensato era no compartir mi opinión con ellos si quería mantenerlos como familia. Quizás suene algo terrible y extremista, pero la realidad no siempre está sembrada de mesura.
Tengo 19 años y... podría decirse que acabo de entrar en la Universidad, aunque ya llevo un año estudiando magisterio en ella. Sigo sintiéndome un poco la chica nueva a pesar de todo y es algo que no parece pasarle al resto de mis compañeros. Nunca he tenido problemas para hacer amigos y casi me atrevería a decir que yo, y mi grupo de amigos, destacamos en nuestra clase. Pero a pesar de todo...sigo sintiendo que me falta algo. Que debe haber algo más en el mundo a parte de estudiar, obedecer y sonreír a los demás. ¿Estoy loca?
Pensándolo fríamente, tengo todo lo que puedo necesitar en la vida: familia que me quiere, estabilidad, estudios, amigos… ¿Por qué buscar más?