lunes, 15 de septiembre de 2014

Emily- The end

El aire era tibio y cómodo una vez se rompía
como un diamante que escondiese una pluma que no pudiese revelar a nadie.
El agua su lecho, construido con rosas y azahar,
que inundó su cuerpo limpiándolo y arrancando su alma de su cárcel corpórea.
Mientras se hundía y se hundía, se ahogaba y se ahogaba
y con la vida se esfumaban las lágrimas, arrastradas por la corriente,
y la vida, empujada hacia el fondo del abismo, donde nadie pudiese encontrarla.
Aquella tranquilidad barría hacia el olvido el agravio, y la sangre y la pena
y aquel silencio liberaba y dormía al monstruo y a su alma,
ese espíritu que había arrastrado al infierno su inocencia.

El tiempo pasó y la cárcel que la había mantenido viva se consumió,
encerrada en una caja de cristal que permitía existir a su memoria,
velada por sus eternos guardianes, que tras el invierno morirían para encontrarse con ella.