Mucha gente diría
que la vida es un asco para alguien como yo, otros se consolarían a sí mismos
al verme a mí y a mis colegas pensando: The shit happens. Y la verdad es que
ninguna de esas personas tiene ni puta idea de cómo es la realidad.
La ciudad en la que
yo nací no sé cual es y tampoco me importa. No llegué a conocer a mi padre. Mi
madre me crió sola sin apenas un céntimo en el bolsillo pero sin dejar de
viajar de un lugar a otro en busca de un sitio más barato en el que vivir o una
oportunidad mejor para mejorarse. Pero aunque esto suene a típica historia de
mierda sobre autosuperación, lo cierto es que mi madre y yo siempre hemos
tenido que huir de los sitios en los que vivíamos porque todos los capullos en
los que ella se ha fijado y que se han fijado en ella, eran una pandilla de
cabrones agresivos que no la merecían ni en sus mejores días. No es sólo que mi
vieja tenga mala puntería o que ella tenga algo malo, es que cuando uno vive en
las condiciones en las que me crecido yo, las posibilidades de encontrar algo
decente en cualquier aspecto se reducen a 0.

Recuerdo haber ido
al colegio en algún momento de mi vida y también haberme ido de allí teniendo
muy claro que ese mundo no era para mí. Terminé un par de cursos en distintas
ciudades por pura obligación, pero tengo 22 años y no tengo intención de
graduarme. Las calles están llenas de trabajos para gente como yo sin estudios
y que no quieren que los mangoneen tipos gordos con corbata. Yo nací en la
calle y no me pudriré en un despacho.
Quién no haya vivido
esta situación no entenderá mi manera de ver la vida. Bien, ese no es mi puto
problema.
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