lunes, 1 de abril de 2013

You and I: Sam


Mucha gente diría que la vida es un asco para alguien como yo, otros se consolarían a sí mismos al verme a mí y a mis colegas pensando: The shit happens. Y la verdad es que ninguna de esas personas tiene ni puta idea de cómo es la realidad.

La ciudad en la que yo nací no sé cual es y tampoco me importa. No llegué a conocer a mi padre. Mi madre me crió sola sin apenas un céntimo en el bolsillo pero sin dejar de viajar de un lugar a otro en busca de un sitio más barato en el que vivir o una oportunidad mejor para mejorarse. Pero aunque esto suene a típica historia de mierda sobre autosuperación, lo cierto es que mi madre y yo siempre hemos tenido que huir de los sitios en los que vivíamos porque todos los capullos en los que ella se ha fijado y que se han fijado en ella, eran una pandilla de cabrones agresivos que no la merecían ni en sus mejores días. No es sólo que mi vieja tenga mala puntería o que ella tenga algo malo, es que cuando uno vive en las condiciones en las que me crecido yo, las posibilidades de encontrar algo decente en cualquier aspecto se reducen a 0.

Después de muchos viajes, llevamos 6 años en Boston. Los amigos que he hecho aquí ya los considero mis amigos de toda la vida porque son con los que más tiempo he estado. No me cuesta llevarme bien con la gente. Cuando eres pobre y un chaval, lo último que quieres es joder a alguien como tú que además, seguramente, pueda darte una paliza. Tengo un buen don de gentes, soy un tipo simpático, pero la mayoría de ellos no saben una mierda sobre mí a parte de detalles que podrían ser de cualquiera, como que me gustan las barritas Mars. La única excepción a esto es Tyler, un criajo unos años más pequeño que yo pero que casi me supera en altura. En él confío, más que en mí mismo, porque sé que soy lo único que tiene en el mundo.

Recuerdo haber ido al colegio en algún momento de mi vida y también haberme ido de allí teniendo muy claro que ese mundo no era para mí. Terminé un par de cursos en distintas ciudades por pura obligación, pero tengo 22 años y no tengo intención de graduarme. Las calles están llenas de trabajos para gente como yo sin estudios y que no quieren que los mangoneen tipos gordos con corbata. Yo nací en la calle y no me pudriré en un despacho.

Quién no haya vivido esta situación no entenderá mi manera de ver la vida. Bien, ese no es mi puto problema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario