martes, 14 de abril de 2020

I'm not the only one

Cuando te das cuenta de que eres diferente a los demás ya no hay vuelta atrás. Supongo que las historias y películas de superhéroes no hacen hincapié en ese punto. Cuando te aceptas tal cual eres, diferente, distinto, raro, es un punto de no retorno en tu vida. Tu primera muerte y segundo nacimiento. Y eso está bien. Pero muchos no lo van a entender igual que tú no lo hacías al principio. Sin embargo, ese reconocimiento no es el principio del fin...solo es una parte, ya que cuando encuentras a alguien tan diferente, tan distinto y tan raro como tú, una nueva vida comienza.

Ella no tenía todavia constancia de nada de eso, por supuesto. ¿Cómo iba a saberlo? Ni siquiera era consciente de lo que ella misma era. Sólo quería jugar y disfrutar del momento, como todos los niños de su edad. Su sonrisa siempre era radiante, sus ojos brillaban y disfrutaba cada una de las pequeñas cosas que la rodeaban. Lo que no sabía era que el resto de la gente no las percibía como ella pues, aunque sus ojos fuesen los más expresivos de toda la ciudad, no podían ver nada. La niña ciega de ojos verdes que dejaba a todos impresionados.

Su carencia nunca fue extraño para ella. Había nacido así y como todos los inocentes pensaba que esa era la normalidad pues era lo que conocía. La evolución en su sabiduría la había provisto de un oído y un olfato formidables y, al final, las imágenes que su cabeza creaba eran mucho más precisas que la propia realidad. Acompañaba esto de una memoría y una inteligencia que la hacían destacar todavía más dentro de lo que ella captaba como normalidad. Pero además de todo eso, tardó unos 12 años en darse cuenta de que podía escuchar lo que los demás no llegaban a decir.

Con la llegada de la madurez se dio cuenta de que todo lo que ella podía hacer no entraba dentro de la normalidad de los demás y todos los amigos que había tenido hasta ese momento, desaparecieron como polvo en el viento al descubrir ese secreto que ya hacía tiempo que todos sabían. Ella, por otro lado, aprendió a disimular y a tenerse miedo a sí misma.

Todos pasamos por épocas oscuras en nuestra vida y la suya comenzó intentando ser otra persona y terminó cuando ya no quedaba casi nada de la que había sido. A los 20 comenzó a notar que sus dones le daban una ventaja estratégica frente a los demás mientras que su incapacidad de ver solo era una molestia a la que ya se había acostumbrado hacía mucho. Así comenzó la época dorada que, como en todas las historías, no es especialmente relevante.

No pasó mucho antes de que los conociese. La vida había seguido...”como las cosas que no tienen mucho sentido” y allí estaban ellos, como una anomalía de la naturaleza. Cómo ella, pero diferentes.

Su relación era peculiar. Una pareja de amigos a la que rara vez se veía juntos pero cuya relación era conocida por todos y nadie la discutía. Uno nunca sabe que acontecimiento puede ser el comienzo de una gran amistad, pero tampoco tiene por qué saber como esa amistad va a necesitar ser alimentada. Sin embargo, ella no tenía ninguno de esos datos. Solo sabía que eran los únicos que la habían hecho pararse a escuchar.

Con el paso del tiempo había aprendido a distinguir cuando oía algo porque alguien lo decia o por sus dones. Y ellos nunca habrían la boca para comunicarse, pero no paraban de hablar.

La primera vez que los había escuchado fue su primer día en un nuevo trabajo. Se pasaba el día notando a los demás, pero ellos eran como un foco de luz en medio de la oscuridad. Ellos conversaban. Si ella hubiese podído verlos se habría dado cuenta de que solo necesitaban una mirada para comenzar a entenderse.

Aquel día uno de ellos estaba triste. O quizás cansado. En cualquier caso, lo único que hizo para demostrarlo fue respirar más profundamente de lo normal y la conversación comenzó. Uno le contó al otro los motivos de su cansancio y preocupación. El otro le respondió con sinceridad, con calma. No hablaban con frases pero la comunicación era tan fluida que resultaba super clara para ella. Las intenciones a través de las cuales se entendían eran como música para los sentidos de ella.

Pronto, no pudo resistirse y comenzó a rondarlos. Ellos no parecían notarlo, al principio, pero ella se embriagaba de todo eso que ellos desprendían y a través de lo que se comunicaban, fuese lo que fuese. Cuando finalmente se dieron cuenta de que estaba allí, ella ya estaba preparada para reaccionar. Se presentó como una más, hizo preguntas y contó chistes. Se aseguró de que la impresión que dejaba era la correcta. Desde ese momento fue más díficil volver a notarlos juntos pero seguía oyendo como se comunicaban así que comenzó a prácticar. Día tras día se esforzaba para conseguir emitir algo que ellos pudieran captar. Quería abandonar su estado de silencio hacia los demás, su hermetismo. Era cómo empujar una enorme piedra por un sendero regado de otras piedras más pequeñas pero problemáticas, cada vez se acercaba un poco más a su meta pero cuando parecía estar a punto de llegar, su objetivo se escapaba de entre sus dedos una vez más.

El tiempo siguió pasando implacable y pronto otras cosas fueron ocupando el lugar de esa maravillosa conversación interna para ella, pero siempre volvía a esa pareja de amigos cuando necesitaba que su cerebro volviese a creer que habia cosas buenas en el universo. De algún modo extraño, ellos eran un oasis de sensaciones en el desierto de ruido que era su cerebro. Y si al principio eran un foco de curiosidad, se convirtieron en una constante necesaria, como el café del desayuno.

Un día especialmente agotador, al borde del llanto, ni siquiera se notaba con fuerzas para ir visitar a la pareja de amigos. Podía oler la tormenta en el ambiente y la gente a su alrededor estaba histérica. El ruido habitual en su cerebro se convirtió en un zumbido agobiante que no la dejaba pensar con claridad. Tenía ganas de gritar. De correr. De romper algo delicado y precioso. Fue entonces cuando lo oyó. Una voz que le hablaba de esa manera especial en la que alguien te habla cuando te habla solo a ti. Por primera vez, alguien la había escuchado a ella.

- Todo va a ir bien- escuchó solo ella mientras dos manos se posaban en sus hombros y de algún modo supo que de todos los principios, quizás ese era el único que verdaderamente importaría.

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