lunes, 19 de agosto de 2013

You and I: Familia

No todas las historias de amor necesitan ser contadas. Nadie necesita saber los detalles de cómo dos personas se enamoran, a veces simplemente pasa. Tyler jamás contaría todo por lo que habían pasado Sam y Faith antes de terminar siendo inseparables. Eran su familia, ambos se habían ganado el puesto a pulso. Sam era su hermano, y Faith se había convertido en su mejor amiga en poco tiempo. La chica tenía algo que hacía que Tyler pensara que merecía la pena y que se podía confiar en ella. El chico no solía equivocarse con esas cosas. Se habían convertido en un grupo inseparable, una familia de esas que todo el mundo desea tener a pesar de lo poco convencional. No tardaron en darse cuenta de que lo único que tenían en el mundo eran los unos a los otros.

A pesar de los altos y los bajos, no había grandes tragedias en sus vidas aunque si algunos sustos. Tyler y Sam solían meterse en muchos líos, y a pesar de estar acostumbrados a salir de ellos por sí mismos, Faith se convirtió en el ángel de la guarda de los chicos. Los salvaba de todo y en muchas ocasiones les hacía tragarse su orgullo de pandilleros. Pero ella no parecía necesitar ayuda nunca. Ellos sabían que tenía problemas pero ella jamás pedía ayuda porque sus temas no eran físicos y sólo podía solucionarlos ella. A pesar de todo, se presentaba día tras día con esa sonrisa que según ella, ellos habían conseguido resucitar. Sin embargo, todo cambió el 30 de julio.

Sam y Tyler estaban en la calle como era habitual, jugando al baloncesto en una de las pistas públicas que había por su barrio. Tyler acaba de marcarle un tanto a Sam cuando Faith llegó. Tyler no sabía si Sam vería en ella lo mismo que él, pero ese día parecía un fantasma. El viento revolvía su pelo largo y ocultaba su rostro que de algún modo parecía más rojo que de costumbre. Algo había borrado todo rastro de esa sonrisa que ella solía atribuirles a ellos, y cuando llegó a su altura, lo que recibieron de ella fue una sonrisa cansada que intentaba sostenerse y una mirada hinchada por las lágrimas. En circunstancias así, los amigos no hablaban. Sam se limitó a abrazarla, a protegerla hasta que ella estalló, de nuevo, en llanto entre sus brazos. Tyler los observaba, tan serio e imperturbable como siempre, aunque algo en su interior se preguntaba que podía haber hecho llorar tanto a alguien como Faith que había demostrado ser tan dura una y mil veces. No tardó en enterarse.

Al final, Faith se había sincerado con sus padres. Les había contado lo que había pasado la noche que los tres se conocieron. Les contó como ellos ni siquiera se habían fijado en los moratones de su única hija. Como no la habían visto ni oído llorar y gritar de angustia. Cómo luego no habían notado que volvía a sonreír y esta vez lo hacía de verdad. Tampoco habían notado lo que había cambiado y que por fin era feliz del todo. No sabían que la universidad ya no le importaba nada y que lo había dejado. No habían notado nada. Ni siquiera que llevaba tres meses embarazada. Ellos la habían echado de casa y ella se había ido dando un portazo después de más de un año de silencio.

Nada de lo que Faith les contó pareció sorprender a Sam, pero Tyler no sabía que estaba embarazada, aunque ahora empezaba a notársele. Más tarde, Sam le confesaría a su amigo que no había sido ningún accidente, que había sido idea de la chica y que para él, ella era y sería para siempre la única. A pesar de todo, ahora ella también estaba sola en el mundo, salvo porque no estaba sola, nunca lo estaría, los tenía a ellos. Porque eso es lo que significa ser familia.

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