Sam y Tyler se sentían de lo más patéticos. Se habían
visto sorprendidos por unos niñatos que ya los superaban en número la noche
anterior y que ahora habían acudido con más refuerzos. Malditos pijos idiotas.
Habían hecho falta 6 de esos cabrones para dejar inconsciente a Tyler y un par
de ellos no había corrido mucha mejor suerte que su víctima. Sus compañeros
tuvieron que llevárselos a rastras. Los otros 4 del grupo se habían abalanzado
sobre Sam, rompiéndole una pierna y llevándose de regalo unos cuantos
cardenales para el recuerdo junto con más de una nariz rota. Cuando se
largaron, magullados y asustados como las ratas que por segunda vez demostraban
que eran, Sam intentó colocar su pierna, pero resultó un intento fallido que lo
único que consiguió fue arrancarle un grito de dolor del que no se sentía
especialmente orgulloso.
En el momento en el que Sam se arrastraba intentando
no pensar demasiado en su orgullo, para llegar hasta Tyler, apareció ella. Si
la noche anterior le había parecido guapa a pesar de las magulladuras, ahora no
se lo parecía menos. Faith se quedó mirando el panorama, boquiabierta, con su
perro en brazos mientras el labio inferior le temblaba con más confusión que
miedo. Sam la miró y le dedicó una sonrisa algo rota por el dolor que sentía en
la pierna.
- Saca una foto, te durará más- dijo Sam manteniendo
la sonrisa, mientras intentaba parecer menos patético arrastrándose hacía su
amigo.
- ¿Siempre eres tan agradable con todo aquel que puede
ayudarte?- susurró Faith al oído de Sam mientras lo cogía por las axilas y tiraba
de él con una fuerza que sorprendió al chico.
Sam podía ver al cachorro medio dormido en una
esquina, donde estaba a la vista de su dueña y donde nadie que llegara
repararía en un primer momento. Faith tiró del él con fuerza pero con dulzura,
con una perseverancia que sólo una mujer puede tener, cuidando de no hacerle
daño. Lo apoyó contra una pared y una sonrisa tímida apareció en el rostro de
la chica en el momento en el que miró a Sam antes de dirigirse a por Tyler. Sam
observó con la boca abierta como la chica arrastraba al enorme chico hasta su
lado. Era la primera vez que alguien que no fuera de su “pandilla” del momento
lo ayudaba. Ahora ya no sólo le parecía guapa, ahora tenía una semejanza enorme
con un ángel.
- No os mováis de aquí- dijo Faith con tono
autoritario mientras se alejaba. Lo cierto es que aunque se movieran tampoco
llegarían muy lejos.
Faith no se paró a pensar en lo que hacía,
simplemente, despertó del letargo que le produjo verlos heridos y actuó. Aunque
ella tampoco habría esperado actuar así en una situación semejante. Corrió
hasta la tienda más cercana, que aunque estaba cayendo la noche, aun estaba
abierta. Compro todo lo que se le ocurrió y permitió el dinero que llevaba
encima. Agua, alcohol, algodones, vendas…todo lo que pudo. Sacó el móvil para
llamar a una ambulancia o a la policía, pero algo le dijo que se contuviera. De
esa forma, evitó justo lo que Sam empezó a temer cuando la chica desapareció de
su vista. Volvió corriendo a dónde los había dejado y se encontró todo tal cual
lo había dejado. Le dio las cosas a Sam y recogió a su perrito que ya estaba
profundamente dormido. Lo quería cerca de ella.
- ¿Por qué nos ayudas?- preguntó Sam en un tono
entrecortado y algo confuso.
- Siempre he creído que la frase “ojo por ojo” necesita
un nuevo significado- dijo Faith, como si lo explicase todo, mientras le sacaba
la bolsa de las manos y se disponía a usar todo lo que había comprado- He
estado a punto de llamar a una ambulancia, pero no sabía…creo que él
necesitaría ir a un hospital- dijo finalmente evitando la mirada de su
“paciente” mientras, sin preguntar, apartaba la ropa de su pantalón para
observar la herida.
- En cuanto pueda levantarme lo llevaré al hospital-
dijo Sam para no dar más pie al tema aunque no pensara hacerlo.
- Iré contigo- contestó ella mientras destapaba el
alcohol y empapaba un poco de algodón en él. Vio como Sam abría la boca para
protestar pero ella se adelantó.- No era una petición ni una sugerencia- dijo
con todo autoritario- Puede que escueza- dijo totalmente seria justo antes de
limpiar la herida de la pierna del chico. El contacto con el alcohol hizo que
Sam quisiese gritar de nuevo pero se contuvo.
Tras algunos momentos de sufrimiento más, el chico
consiguió ponerse de pie con la ayuda de Faith y entre los dos consiguieron
llevar a Tyler y al perro hasta el hospital más cercano. No hablaron mucho en
el trayecto, pero a cada gesto de ella, él estaba más convencido de que hacía
honor a su nombre y de que era una chica muy….rara. Mientras, ella se sorprendía
a sí misma por toda la seriedad y coraje que parecía estar demostrando. Empezó
a convencerse de nuevo de que todo pasa por algún motivo, pero no esperaba que
su cambio fuera tan rápido.
Sin embargo, eran las miradas cómplices entre los dos,
lo que les hacía pensar que aquello…era algo diferente.
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